Las Mujeres Lavanderas de Chepo

La Pita, Boticario, Bocas del Toro, Medre Vieja y Bonete

Las Mujeres Lavanderas de Chepo.

Hoy es el día que han llegado a mí las ideas y pensamientos refrescantes, suaves y cristalinos de una interesante tradición de las mujeres chepanas; allá por la década de los 30s, cuando casi todo el pueblo, representado en nuestras mujeres; abuelas, madres, hermanas e/o hijas, todos los días (lunes a viernes) caminaban hasta las orillas del río Mamoní para lavar sus ropas. Hablamos de las LAVANDERAS de Chepo. Desde horas muy tempranas se les veía en alegre caminar desde el Centro del pueblo hasta las orillas del río, que lo adornaban lindos hermosos y limpios cascajales.

Así llegaban a diario, con sus hijos y muchas cocinaban en el rio, mientras los chicos se divertían bañándose y en algunas veces cogiendo burgaos, camarones o pescando.

En la periferia del pueblo existían distintos lugares, tales como Boticario, Bonete, La Pita, Bocas del Toro y Madre Vieja. Hoy les contaré de mi experiencia con las lavanderas de Boticario y Bonete, por su vecindad con el barrio de Loma del río donde crecí y he vivido. Estas hermosas y trabajadoras mujeres, se acercaban desde muy temprano con grandes bateas, tamugas y baldes colmados de ropa sucia para lavar. Ellas vestían una hermosa túnica o bata de manta sucia blanca para cobijarse del fuerte sol y calor que se generaba durante las horas que permanecerían en el río (Le decían La Cotona al vestido), de igual forma se ponían un trapo en la cabeza y lo hacían en forma de visera, que lo movían a donde iba el sol para que no le diera en la cara.

El peso de las pesadas bateas y baldes lo soportaban en sus cabezas protegidas con un trapo blanco, también de manta sucia, envuelto y puesto en sus cabezas. A este instrumento de trabajo le llamaban rodillo. Su pesada carga la mantenían en equilibrio todos los días con un trayecto de ida y vuelta de sus casas al Río.

A lo lejos se escuchaba el golpe del manduco, cuando el grupo de mujeres iban al río; al fondo la tamuga y una lata que no faltaban.

Hago un enorme esfuerzo por personalizar o dar algunos ejemplos de varias de ellas. Desde el centro del pueblo y de más allá, recordemos a Rafaela, Juanititi, Encarnación Chon Maldonado, su hija Dora Garrido, La Comaita, Vicenta de los Reyes, Saturnina Satu y su madre, María Pia y algunas de sus hijas, Hercilia Muñoz, Eva Vallejos, Juana Cae ,muy recordada por la pérdida de su hijo Migue, cuando ella realizaba este menester; Julia Laso, María Ávila, Paula, Andreita, Ruperta, Antonia Toña Fuentes, Virgilia, María Luna, y muchas otras, de igual importancia pero que mi memoria hoy me traiciona.

 Mi familia, los Camargo Vega Mendieta, habíamos llegado a vivir a Chepo en abril del 1953 y nos ubicamos en Loma del Río, muy cerca de El Boticario. Recién llegados hicimos muy buena amistad con los chepanos. Todos asistíamos para los estudios primarios a la Escuela José Gabriel Duque, que fue la mejor vía para integrarnos a Chepo y su gente. Mi madre muy rápido se incorporó a las lavanderas chepanas, acudía a El Boticario y Bonete por la cercanía a la casa. Entabló amistad y era muy común conversar en el río, así como todas las mañanas frente a nuestra casa. Ese año en octubre del 1953 mamá dio a luz unos mellizos, yo soy uno de ellos. Las señoras llegaban a la casa y le pedían la ropa sucia de los mellizos para lavarla, al regresar en la tarde la traían lavada, secada al sol en los cascajales y olorosas. Hilda Loaiza y Rafaela tomaron el hábito como costumbre todos los días recogían nuestra ropa para lavarla. Nosotros cuando empezamos a caminar le llevábamos las tamuguitas y ya sabíamos a quién le lavaba cada una. Ambas señoras nos decían ahora les lavamos gratis porque ustedes son unos bebés. Pero cuando estén grandes que trabajen nos lo pagarán con una lata de arroz. Para nosotros como niños, nos parecía inalcanzable pagar esa deuda, lo que nos asustaba. Pasaron los años, el primero en casarse fue Rafael Mendieta a los 18 años se separó de nosotros, nosotros éramos muy jóvenes, aún no trabajábamos, no pudimos pagar la deuda, Rafaela fua la primera en morir en la década del 60. Unos años antes de morir Hilda, fui a visitarla y le entregué lo correspondiente a la lata de arroz adeudada. Ese día lloramos ambos porque los recuerdos nos abrumaban. Entonces, Mama Hilda tenía 92 años de edad, unos pocos años después murió, residía en La Margarita.

Implementos para lavar: Batea de madera, Cepillo, Bola de jabón, el manduco, la tabla, la totuma y una buena piedra para golpear la ropa con el manduco.

Por Diógenes Janil Vargas.

 La familia Vargas llegó en 1949 a Loma Del Rio, ellos fueron llevados por Ico Jiménez al área de Tranquilla, donde hacían sus sembradíos y se dedicaron a la ganadería; siempre teníamos que pasar por el Mamoní, cuando veníamos o íbamos era algo impresionante ver a unas 30 mujeres en el rio, todas lavando y echando cuentos de lo que pasaba en el pueblo; se llevaban a sus hijos y cocinaban, en el rio habían muchos arboles llamados pechingué, pero ellas lavaban siempre en el cascajal para aprovechar el sol. 

Desde décadas pasadas, la mujer chepana se acostumbró a llevar su ropa al rio o a los pozos de La Pita, resultaba conveniente ya que no había acueducto. Desde tempranas horas iban desfilando al rio, existían diferentes lugares como, Madre Vieja, Bocas del toro y Loma del rio, cada mujer tenía su puesto y una piedra donde se sentaba, iniciando así su gran faena.

Los pozos de La Pita eran muy concurridos por las mujeres calvareñas, en este lugar también iban hombres a bañarse, pero ellos tenían que dar aviso y decir (Hombre llegando) esto lo acostumbraban a hacer porque muchas veces las mujeres andaban en ropa ligera y ellas tenían que correr a cubrirse para no ser vistas.

La Tacona era un traje hecho de saco de harina, que le cubría prácticamente todo el cuerpo, era para evitar las quemaduras del fuerte sol y en su cabeza utilizaban un trapo, y a medida que iba pasando el sol hacía como una gorra con él, para que no le diera en la cara.

Para esa época se podían encontrar hasta unas treinta mujeres en plena faena, muchas de ellas llevaban a sus niños, algunas llevaban comida y otras deberían cocinar mientras los niños, aprovechaban para cazar algo, para acompañar la comida con pescado o camarones, el rio les proporcionaba abundantes peces, además, si era en verano recogían el burgado para hacer un exquisito guacho, sopa o arroz con burgado.

Mientras tanto, a lo lejos se escuchaban los sonidos toscos golpeando la ropa con el mazo, y las mujeres formaban su grupo entre cuentos y escuchando lo último que había acontecido el pueblo, se iba el día.

El primer ojo, era la primera restregada que se le daba a la ropa, y se tendía, y luego se restregaba nuevamente.

La ropa se debería remojar cuando estaba tendida en los cascajales, cuando estaba seca empezaban a recogerla y las doblaban, algunas las colocaban en el balde y otras en tamuga, para luego iniciar la caravana a sus respectivas casas.

Mujeres como Juanititi, Ruperta, Virgilia, Carmelita, La Comaita, Andreita, María Ávila, Encarnación» Chon» Maldonado, Juana Cae, Julia Lasso, y la última lavandera de Chepo Dora «Chon» Garrido Maldonado, habían muchas que lavaban ajeno, como la señora Dora, que fue la última en esos menesteres, aún se le recuerda cuando solíamos ir al rio en galladas, y allí estaba ella en solitario lavando, quizás recordando aquellos tiempos que se reunían hasta 30 mujeres en el oficio.

Dora Chon Garrido, fue la última mujer Lavandera del Mamoní, ella lavaba ajeno cuando la ropa estaba seca la doblaba y la ponía en una tamuga, la colocaba en la Cabeza para llevársela a los dueños, siempre se le veía llegar a el charco boticario donde se sentaba en el cascajal.

La Tamuga.

Para la ropa se hacía una tamuga, utilizaban una sábana o traje, y de esta forma era más fácil cargar la ropa, ya que los niños podían cargarla, lo que ven debajo de la batea es el trapo de rodilla.

Implementos para lavar:

Batea de madera, Cepillo, Bola de jabón, el manduco, la tabla, la totuma y una buena piedra para golpear la ropa con el manduco.

Restregando y sacando el sucio.

A punta de mano se restregaba día tras día bajo el intenso sol.

La Tocona. Traje para lavar en el rio.

El traje que ellas utilizaban era hecho de saco de harina, para cubrirse del candente sol, el trapo que se ponían en la cabeza en la parte de adelante se le bajaba como forma de un gorra para cubrirse un poco del sol.

La totuma era para llenar la batea de agua.

Llegando al rio cada mujer tenía su puesto de lavar y su respectiva piedra para sentarse y aporrear.

El primer ojo.

La ropa pesada o más sucia, se le daba manduco, esto consistía en darle con un palo para suavizar y a la otra se le daba la primera restregada.

 El segundo ojo, consistía en enjuagar la ropa y volverla a restregarla.

Tercer ojo, el mismo proceso, se recogía la ropa y se le daba la última restregada, se colocaba al sol hasta que se secara luego se doblaba, cuando era lavado ajeno se ponía en tamuga y se le llevaba al dueño secada y doblada.

Por Javier Lito Camargo

Diógenes Janil Vargas

Orlando Mendieta. 

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