Juan Arza vino de España a trabajar en la construcción del canal, terminadas las obras del canal regresa a España a buscar a sus dos hijos, Luís y Félix Arza y a su esposa Mariana Unamonzaga. Alrededor de 1915 regresó con su familia a Panamá, y ahí se establece en Chepo, donde compra una finca de casi 200 hectáreas entre Unicito y El Llano.
Debido a la demanda del Banano, Luís hace una finca y se inicia en la producción de Banano, pero a la vez sembraban varios rubros.
Llegan otros españoles, entre ellos Baldomero Bayo, Francisco Hernández, Hilario Bayo y Eduardo Fernández, creando una pequeña colonia española, todos con grandes hectáreas de terrenos dedicándose al comercio del banano.
El banano era cosechado y llevado en pequeños vagones en forma de tren, hasta el puerto de Los Llanitos, a orillas del Bayano, donde venían barcos a comprar el producto. Cabe destacar que éste pequeño lugar fué poblado debido al movimiento económico en el área; hoy día se pueden ver algunas construcciones en ese lugar, en el cual se encuentran los vestigios del fuerte San Miguel del bayano.
Algunos pequeños productores se dedicaron a la cosecha del banano, en las riberas del Bayano, y transportaban sus productos en canoas hasta los Llanitos, donde llegaban las canoas repletas de banano, y eran transportados en barcos hasta la capital.
Así narraba Sergio Jiménez en 1930.
“El rio Bayano tiene fincas en ambas márgenes, en cada una de ellas vive con su familia el dueño o administrador y todos van con frecuencia a solicitar los servicios oficiales del jefe del Corregimiento. El incremento que ha tomado el cultivo de banano ha hecho que inviertan grandes capitales en ese corregimiento de tan fértiles terrenos, y es el corregidor el obligado a hacer respetar esos intereses para la cual tiene que dar a sus dueños toda la protección a que tienen derecho. Hay otra cosa que a ese servidor público viva descansado: Es la inconformidad que existe entre el comprador de bananos y los dueños de las plantaciones. No hace mucho tiempo los últimos mantuvieron una huelga que puso en apuros no solamente a las autoridades del Distrito, sino también al señor gobernador de la República, y hasta el secretario de gobierno y justicia se vió precisado a enviar un escuadrón de policía, bajo el mando de un oficial. Estos agentes del orden permanecieron un regular tiempo en el Llano, y se retiraron cuando terminó la huelga. Al tratar de hacer palpar la dura tarea del corregidor, es con el fin humanitario de que se le recompense su labor con un sueldo equitativo”.
Hoy día sólo quedan algunas fundaciones de las casas, una pequeña capilla y el vestigio donde quedaba el fuerte Bayano.