SE VA…COMO EL CHEPANO

Los chepanos no se despiden nunca por temor a las desgracias, mal presagio.
Antes una de las unicas formas de salir de Chepo era por vía marítima.

Una frase que se ha tornado nacional e internacional, según estos ancianos del pueblo sucedió así, María Nela y Josefa Iturralde, Chepita y Catalino Guevara, tenían fresca memoria. Los chepanos no se despiden nunca por temor a las desgracias, mal presagio.

Los chepanos llegaron a converse de que esto es la purísima verdad. Vivía en Chepo la familia Terrientes, compuesto por Don Joaquín, acaudalado  ganadero y agricultor de estos contornos; y su esposa Doña Florinda de Terrientes y tres hijos varones, disfrutaban de santa paz y fortuna por eso decía Doña Florinda a sus amigas que en su hogar nunca se había puesto el sol de la infelicidad, hasta que llego un día que la desgracia alcanzo a sus vidas.

Calos, el primogénito, había concluido su último grado de escuela primaria y debía seguir en la capital, su padre deseaba una buena preparación para su hijo y que algún día lo reemp0loazara en el manejo de sus bienes.

Doña Florinda a quien tenía muy preocupada el viaje de su hijo, de quien nunca se había a separado, ella decidió agasajarlo con una gran fiesta, paseos y diversión entre sus amiguitos para que su hijo se sintiera bien ya que en el internado no podía disfrutar de esos placeres, cuando por fin llegó la hora de partida una cabalgata compuesta por jóvenes y adultos lo acompañaron al puerto La Capitana y allí abordar unas piraguas bajando por el Mamoní hasta llegar al Bayano siguiendo el curso gasta llegar a la desembocadura en donde lo esperaba un barco velero, allí volvieron a repetir las escenas de despedidas con abrazos, lloriqueos y consejos hasta que el capitán anuncia su partida y los demás abordaron sus piraguas para regresar al pueblo.

Ya Carlos y la tripulación estando en alta mar el tiempo se tornaba normal y sereno. Al pasar las horas siendo como la nueve de la noche empezó a soplar fuerte briza llenado de temor e inquietud a sus tripulantes.

En el cielo negros nubarrones que anunciaban una tempestad el mar empezó a picarse y con ello la tempestad, con truenos y fusiles y fuerte brisa las olas entraban a cubierta y arrasaban con lo que encontraban, las luces de cubierta se apagaron y estaban a oscuras.

Carlos creyó mejor salir a cubierta, en busca de protección y al salir afuera una fuerte ola lo arrastro fuera de la nave, al oír sus fuertes gritos corrieron a rescatarlo pero en la oscuridad de la noche fue imposible el joven pago con su vida la imprudencia.

La noticia de su muerte corrió como pólvora en el pueblo llenado de consternación a su familia y al pueblo quien se unió al dolor.

Con el pasar del tiempo se fue cicatrizando la herida que había dejado la muerte de Carlos.

 Ya su otro hijo, José Antonio su segundo hijo la había llegado la hora de viajar a la Capital a continuar con sus estudios. En su despedida se hizo fiesta, bailes, comidas tratando de complacer a su querido hijo en todo, con la misma alegría se le llevo al puerto La Capitana en cabalgata, luego en piragua hasta tomar el barco velero, el capitán lo llevo con su acudido conoció la ciudad fue matriculado en una de las mejores escuelas de la capital fue un buen estudiante ganándose el aprecio de todos.

A los seis meses de estar en la ciudad se desata una fuerte epidemia de viruela en la capital que diezmo la población.

Totoño como le decían sus amigos no pudo escapar a esta epidemia y tuvo que ser internado en el hospital en una sala común, el médico había diagnosticado que el caso era de gravedad, se di aviso de inmediato a sus padres se fueron a la capital a ver a su querido con los corazones rotos, allegar ya su hijo había fallecido y enterrado por lo contagioso de la enfermedad, debido a la lentitud de los medios de transporte en ese tiempo no hay que describir el dolor en ese trayecto a la Capital.

Cuando Luis Alberto, el último barón de la familia, debía separarse para ir a estudiar a la Capital, la madre tuvo inspiración y un presentimiento, ¡no serían las fiestas! Pensó para sí las que han labrado, las desgracias y pidió que no se hiciera fiesta ni despedidas. Que Luis Alberto se vaya sin ruidos, sin llantos, fiesta, si regalos y que nadie lo sepa.

Un buen día Joaquín sin que nadie sospechara tomo su hijo y se fue a la capital donde dejo a su hijo bien instalado, buena sorpresa se llevaron los vecinos cuando se dieron cuenta de la ausencia, Joaquín solo se limitó a pedir disculpas y a decir que por la premura del tiempo.

Alberto en el primer año no tuvo problemas en sus estudios, sus padres le dieron instrucciones de que regresara sin avisar ni aun a sus acudientes, Luis acato todo lo que dijo su padre al pie de la letra. La desaparición del chepano produjo miedo a sus acudientes, dieron aviso a la policía y gracias a esto llegaron a saber que el joven había tomado una embarcación a Chepo, los acudientes le envían un telegrama a los Terrientes por la actitud de su hijo, ellos le pidieron disculpa, el joven regreso a su segundo año de estudio sin despedirse de nadie, así continuo durante los cinco años que necesito para graduarse, como Alberto no tuvo ningún contra tiempo su madre se aferró a su presentimiento, y esa experiencia fue contado a sus vecinos y fue creciendo esa creencia hasta hacerse muy común el no despedirse.

Por eso cuando un amigo tuyo no se despide parodiamos lo que hizo Alberto Terrientes. 

                 ¡Se va como los chepanos!

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